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Casa de los Penalva (interior). Huéscar |
Válgame la virgen santa que con el susto del terremoto ni el pájaro me canta. Me estaba echando yo la siesta tan tranquilo hasta que se menearon hasta los visillos, ¡pero pijo! que sobresalto, que para escribirlo no me aguanto. En fin, que todavía tengo los pies metidos en agua a ver si se me pasa la pesambre. Y no se si ha sido consecuencia o efecto de otra circunstancia pero el caso es que en el pueblo sin internet y sin móvil para variar nos quedamos. Si es que no hay derecho a que nos quedemos incomunicados, alguien ya podría arreglar los cables o baterías porque a la punta arriba del altiplano no nos llega bien la telefonía de modo adecuado. Fuego le peguen al que le corresponda mantener el servicio como en otros lugares hacen bien el oficio.